sábado, 17 de octubre de 2009

¿Qué hace que un formador tenga éxito?

Para reflexionar sobre esta pregunta voy a recordar las sesiones de una formadora del máster(cuyo nombre no diré, jajajaja) que más me sirvieron.

La sentimos cercana, como una más del grupo.
Estableció lazos afectivos con todos, nos sonreía y nos escuchaba con atención.
Nos hizo conocernos mejor entre nosotros y tener la sensación de ser un grupo.
Trabajamos todo el tiempo, nuestra concentración siempre estaba volcada en las tareas que proponía.
Recuerdo sus sesiones como muy productivas.
Lo que hicimos nos sirvió para el trabajo clase, veíamos la aplicación inmediata.
Algunas propuesas son hoy fundamentales en mi trabajo, como por ejemplo llevar un diario de clase.
La herramienta de evaluación estuvo basada en la profundidad de la reflexión individual por medio de un diario y me pareció muy justa.
Me hizo descubrir algunos elementos que hoy considero fundamentales para el aprendizaje: el componente afectivo, el trabajo en grupo, la reflexión individual.

No sé, pero pensé también en alguna sesión que no fuese tan productiva y reflexioné sobre ello:

El título era interesante, pero el contenido no estuvo a la altura.
El ponente, que pareció muy resuelto al principio, se hizo un poco pesado porque seguía como un patrón de exposición. Me parecía que no era sincero.
Cuando hablaba de los alumnos tendía a despersonificarlos y hacía chistes fáciles sobre tópicos que todos compartíamos (el chino que no entiende)
Las instrucciones no estaban claras.
Su propuesta no aportaba nada nuevo, era algo que los profesores ya hacen o que incluso ya tienen superado. Le daba importancia a temas que a mí no me parecen tan fundamentales como la prosodia en el nivel y los ejemplos que ponía.
No le dio tiempo a terminar
Nos dio material que no explotamos.

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